A Cajamarca le importa un rábano el hijo de Alan

Si no fuera porque de muuuy de vez en cuando se me ocurre leer las versiones en línea de algunos diarios peruanos, no me enteraría de nada de lo que sucede en esa maldita ciudad de cielo color panza de burro que alguna vez fue mi hogar. Porque, seamos honestos, hablar de diarios peruanos es una exageración. Sería mucho más exacto hablar de diarios limeños. ¿O no?

Hace un mes que estoy en proceso de desintoxicación. La única televisión que veo son los canales infantiles, no sólo porque me entretengo sanamente sino porque además si me salgo de esa zona del cable me pierdo (HBO y Cinemax están en la zona del 40, imagínense). De la televisión nacional no sé nada de nada. Nada de Chichis ni niños terribles, nada de Panorama aaagh!, nada de Magaly puaj!!!, nada de Vírgenes ni Diablitas, pero sobre todo, cuando me despierto y prendo la tv lo hago con la seguridad de que no me voy a enterar del número de muertos que hubo durante el día, no veré ningún cadáver con las tripas al aire cubierto de periódicos, no me enteraré de quién se suicidó ni por qué, no tendré que verle la cara al bigotón pezuñento ni tendré que enterarme del último intento de una vedette en pasar por actriz de teatro.

Pero por esas cosas del Orinoco, de vez en cuando alguna noticia llega a mis oídos (o a mis ojos). La última de la que me enteré fue aquella de que Alan había reconocido a un hijo que tuvo fuera del matrimonio. Danton, si mal no recuerdo?

Saben cómo me enteré del asunto? Lo leí en lacebolla.blogspot.com. Ni más ni menos.

Allá en Lima imagino que los diarios están disfrutando como nunca con la historia. Y estoy seguro que el tema central del fin de semana en todos los programas dominicales será ese. Y el tema está y seguirá estando en boca de todos: del carretillero, del tío de la tienda de la esquina, del señor del kiosko, de tu vieja, de mi vieja, de la abuelita de tu flaca, de la tía pellejuda que sale en sociales de vez en cuando ("qué horror!!!") y del sobrino del jardinero.

Mientras tanto, acá en Cajamarca la vida sigue su curso. A las personas les importan un pepino Danton y Alan. Muchos viven preocupados por otros temas, como el diálogo permanente entre las comunidades y las mineras, las elecciones que se avecinan, la pobreza de siempre de la que no consiguen escapar. Y muchos otros sólo siguen con su vida: irán a trabajar como siempre, otros a pasear, otros de compras, y otros estarán, como yo, escuchando música en una habitación de hotel, escribiendo en su blog, esperando que llegue la tarde para ir a disfrutar del simple placer de caminar por una calle de pueblo.