Un recuerdo con moralejaHace muchos años ya, antes del Chino y de Alan-inmaduro, una tarde de tantas acompañé a mi viejo a ver un par de autos en venta por San Isidro. Nos encontrábamos en plena Javier Prado, cerca al cruce con Salaverry. A poca distancia, cerca al semáforo, un señor en un Toyota Corona** le pasó la voz a un vendedor de periódicos y revistas. El vendedor se acercó, conversaron un instante y a continuación el vendedor le entregó una Penthouse***. El tío ojeó la revista durante un par de segundos y ocurrió lo inesperado.
El tío fugó.
En un abrir y cerrar de ojos, el Toyota arrancó a toda velocidad (con todo y quemada de llanta) y dobló hacia la derecha en la Salaverry. Y se largó nomás el maldito, Penthouse en mano.
Entre divertidos e indignados por el hecho, mi viejo y yo seguimos nuestro camino. Buscando y buscando una de las casas a las que íbamos, dimos unas cuantas vueltas por la zona, y en una de esas tantas vueltas terminamos en plena Salaverry. Y avanzando por Salaverry, unas cuadras más allá del cruce con Javier Prado nos topamos con una espectacular escena.
El Toyota Corona se encontraba en una esquina, empotrado en un poste. A unos metros, un par de policías supervisaban la escena. El conductor del auto no se hallaba por ningún lado.
Saquen sus propias conclusiones y su propia moraleja.
*Calato/a: peruanismo por "desnudo/a"
**La imagen presentada no corresponde con el accidente ni el carro, sólo es para que se hagan una idea.
***No estoy seguro si fue una Penthouse o una Playboy, pero quién se robaría una Playboy? Es demasiado aburrida, llena de publicidad y artículos totalmente prescindibles, casi como Somos.
