La publicidad que nunca veré

Ayer estuve en el KFC con la novia a la hora de almuerzo. Mientras esperábamos que me llamaran para recoger nuestra orden, ocurrió lo siguiente.

 

Primero llamaron al señor Miguel. Y se apareció un señor cincuentón, con toda su familia atrás. Hasta la abuelita estaba. Se llevaron dos Megas.

 

Después llamaron a la señora Laura. Era una señora cuarentona, seguida por su hija, una niña de unos 10 años. Se llevaron un par de combos.

 

Y luego llaman a un tercero.

 

- ¿Señor Jesús? ¿Señor Jesús?

- Gracias, hermana – dice un flaco barbudo y pelucón que se aparece de pronto, vestido con túnica blanca y sandalias a recoger una orden de 13 snacks. Y una voz en off dice

 

“¡Ahora con la Snack Manía, todos van a querer venir a KFC!”

 

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Hubiera sido genial, pero lo que ocurrió en realidad es que el señor Jesús nunca se apareció a recoger su Mega.

 

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Sí, supongo que la publicidad tiene sus límites. Las empresas tienen que cuidarse de no pisar los callos de nadie. Por ejemplo, aunque me parecería genial, no me imagino un comercial del Fondo Cristal que ponga imágenes del Perú-México y diga

 

“Apoya a nuestra selección. Realmente lo necesita.”

 

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Yep. Estoy completamente seguro que algunos comerciales jamás saldrán del terreno de mi mente. Como ese que se me acaba de ocurrir para promocionar toallas higiénicas que incluye a Buffy la Cazavampiros.