Sos una Machu Picchu!!!

Este fin de semana para muchos fue toda una montaña rusa de emociones. El sábado, en un evento celebrado por algunos y menospreciado por otros, Machu Picchu, nuestro principal monumento arqueológico, fue elegido como una de las 7 nuevas maravillas del mundo (Ojo que no es la cuarta como dicen algunos, el orden en el que fueron nombradas no tenía ningún significado. Pusieron atención al programa?). Y el domingo los pronósticos se hicieron realidad y a pesar de un primer tiempo en el que nuestra selección de fútbol se defendió como pudo, terminamos cayendo goleados ante la selección Argentina por un contundente 4-0.

Obviando los clichés de los que está lleno el párrafo anterior, los hechos hicieron que dentro de mi grupo de amigos/compañeros de trabajo se entablaran sendas discusiones, lo que me llevó a escribir este post.

El tema de las 7 nuevas maravillas del mundo, aunque parezca increíble, tiene sus detractores. Sí, es cierto que no fue una elección precisamente objetiva ni basada en ciertos criterios específicos (de tipo arquitectónico o histórico) sino un concurso de popularidad (o sea, algo así como las elecciones en el Perú, ja), pero hey, por qué quejarnos? Recordemos que eran 7 votos por persona, por lo que cada internauta que votara por Machu Picchu tenía que votar por otros 6 candidatos. Además, mirándolo por el lado positivo, esto hará que aumente el turismo hacia nuestro país.

Ahora, justamente ahí tenemos también un problema. Machu Picchu, según tengo entendido, debería recibir una cantidad controlada de turistas para evitar que el complejo sufra daños irreparables, por ello es necesario que las autoridades competentes piensen primero en la conservación del santuario antes que en como llenarse los bolsillos. Cuestión de sentido común.

El otro tema del post, como ya leyeron líneas arriba, es una discusión relacionada con la paliza que nos propinaron los chés el día domingo. Estoy seguro que me ganaré muchos anónimos insultantes con esto que diré, pero tengo que decirlo.

No me sorprende que en nuestro país haya tanto movimiento de dinero alrededor de un deporte en el que no tenemos un lugar destacado a nivel mundial; a fin de cuentas, ganemos o perdamos, Cristal seguirá vendiendo cerveza y la gente seguirá comprando El Bocón. Esa es la verdad de la milanesa.

Lo que realmente me sorprende es que la gente siga teniendo las mismas esperanzas de siempre. Que todos hablen de la generación de Cubillas, de Chumpi y de Oblitas con nostalgia. En lo personal, pienso que justamente ahí está el problema: la gente habla de esos tiempos como si en aquellos días la selección hubiera sido lo más grande del mundo. Cierto, no hay que ser mezquinos, eran buenos, pero no hay que ser mensos y pensar que hasta el '82 eramos lo máximo y desde entonces hemos ido en picada. No señores, nunca hemos sido una potencia mundial, es más, ni siquiera somos un equipo medianamente decente: lo que sucedió en ese entonces fue una excepción (tal como lo fueron el Sporting Cristal en el '97 y el Cienciano hace unos años atrás), hubo una alineación planetaria y obtuvimos logros importantes, pero eso es todo. Nada más. No nos hagamos ideas que no son. En nuestro país, al parecer la fórmula para producir buen fútbol de manera constante no ha sido del todo descubierta, por razones que escapan a mi entendimiento. Por eso las actuaciones de nuestros equipos siempre van de regular a pésimo, con ciertos picos de genialidad pero que son, como ya dije, excepciones.

Tristemente, a veces la gente, en lo que a deporte se refiere, no utiliza la lógica sino el corazón. Por eso, por eso siempre nos quedará esa esperanza de ver a la selección en el mundial. Por eso, a pesar de lo que nos dice el cerebro, el domingo albergábamos en lo más profundo de nuestros corazones la secreta esperanza de que Perú diera la sorpresa y le ganara a Argentina. Pero eso es todo lo que tenemos por ahora: esperanzas y nada más.

Mientras tanto, futbolísticamente hablando seguiremos siendo unos pobres pichiruchis. Por eso, mejor dejemos el fútbol a un lado y digamos que somos una Machu Picchu.