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¿Y nosotros los muchachos, qué?
Nosotros no hemos tenido esa suerte, no. Al principio de andar calatos pasamos a los taparrabos, luego a las túnicas, después a las armaduras y de ahí ¡zas!, a alguien muy astuto se le ocurrió crear una de las cosas más horribles y abominables del universo entero: aquella porquería conocida como traje.
Algunos dirán: "¡eso no es cierto!" ¿Pues lo es, ok? Es cierto que el traje moderno (lo que en Perú llamamos terno) tiene recién unos 100 años de existencia (y bueno, acaso les parece poco?), pero el patrón básico del traje tiene poco más de 400 años. "What???" dirán ustedes. Pero es cierto. Sí, quizás antes los sacos tenían unas colas largas como las del Chapulín Colorado y había que usar unas pelucas que parecían como si te hubieran puesto un cerro de crema Chantilly en la cabeza y además usar maquillaje (en aquellos tiempos en los que usar maquillaje era lo más y no como ahora que sólo lo hace Marilyn Manson), pero la idea era la misma: saco, chaleco y pantalón, acompañado de un pedazo de tela que tenías que colgarte del cuello.
Y bien, el asunto es que desde hace años de años los hombres no sólo andamos vestidos con la misma cojudez, sino que después, así como a algún astuto se le ocurrió inventarlo, a otro infeliz un día se le ocurrió que sería grandioso que fuéramos a trabajar vestidos con esa vaina encima. Y gracias a ese imbécil, hoy en día millones de hombres en todo el mundo tienen que sufrir el martirio de tener que ponerse la misma incómoda porquería (y aparte la camisa, que ni te cuento el trabajo que da plancharla) pero que al fin y al cabo nos hace ver taaaan elegantes y guapísimos, ¿no chicas?
¿Y a qué viene todo esto?
Después de muchos meses de trabajar acá en Cajamarca usando cómoda ropa sport, vuelvo a Lima y a la esclavitud diaria de llevar saco y corbata.
C'est la vie.